-«¿Cuándo van a hacer nuestro parque?»
Esto es lo que nos pregunta Isma cada vez que nos lo encontramos jugando con sus amigos en la plaza Cantera.
Hace dos años participamos en una de las convocatorias de Bilbaotxoak para realizar una propuesta en el barrio de San Francisco junto con un grupo de niños de la asociación Bakuva que trabaja en este mismo barrio. Junto con ellos y bajo el título «Con ojos de niño« presentamos una propuesta para mejorar la calle Cantera, creando un espacio abierto, para poder jugar, con tiendas y cafeterías, luminoso, seguro y accesible para todos. Aún recuerdo el momento en el que les dijimos que su propuesta estaba entre las cuatro seleccionadas. No se creían que sus ideas podían ser escuchadas y valoradas. Estaban emocionados. Y aún más cuando en la entrega de premios anunciaron su proyecto como el ganador.
Desde entonces Isma cada vez que nos ve por el barrio nos sigue preguntando por el parque que ellos diseñaron. Resulta muy difícil tener que responderle cada vez que le vemos que no creemos que lo vayan a construir. Ayer me volví a encontrar con él al salir de la oficina y de camino a casa no podía quitármelo de la cabeza. Sin duda el trabajo que realizamos con ellos fue algo muy bueno. Se sintieron arquitectos por un día y aprendieron a mirar su barrio desde otra perspectiva. Analizaron las calles en las que viven poniéndose en el el lugar de distintas personas y fueron capaces de idear soluciones para los problemas que cada una de ellas podía padecer. Descubrieron que pueden ofrecer sus ideas para mejorar el lugar en el que viven. Nosotros recibimos un soplo de aire fresco desde la sencillez de la mirada de los ojos de un niño.
Estamos convencidos, como ya hemos defendido en más de una ocasión que este tipo de iniciativas son muy positivas, ya que consiguen establecer un diálogo entre los habitantes de los espacios y los que los gestionan. Sin embargo ¿qué pasa cuando todas las propuestas para mejorar distintos rincones de la ciudad se quedan en el tintero? pedimos a la ciudadanía que haga un esfuerzo por repensar sus espacios públicos, buscamos que se ilusionen por transformar la ciudad… y al final no pasa nada… los distintos txokos siguen igual.
Los procesos colaborativos y participativos están muy bien y son necesarios. Aun así, quizás sea necesario pararse un poco a pensar el fin de los mismos para que no se queden en ideas guardadas en un cajón. ¿tiene sentido lanzar un llamamiento a la ciudadanía para pensar sobre la transformación de las ciudades cuando en realidad no hay una intención específica de llevarlo a cabo? ¿Sería bueno implicar a la sociedad en procesos de autoconstrucción que hagan viables las propuestas?
Es difícil encontrar el equilibro, pero es necesario si no queremos agotar las ilusiones de una ciudadanía que quiere implicarse.
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