El momento cumbre del Urban Regeneration Forum centraba su actividad en los días del comité científico, unos días con un programa muy apretado y lleno de contenido en torno a la regeneración urbana y el futuro que deben seguir nuestras ciudades.
Se puede decir que el pistoletazo de salida se producía el miércoles por la tarde con BIA México, país invitado a este primer forum. Fue una tarde donde conocer de manos de los arquitectos mexicanos Felipe Leal y Fernanda Canales su experiencia en diferentes proyectos de regeneración urbana sobre todo centrados en México DF, defendiendo ante todo la calle para la gente y el espacio público como lugar de encuentro para los ciudadanos y la cultura. Teniendo presente en todo momento la pregunta «¿Cuál es el papel de los arquitectos y de los urbanistas en la regeneración urbana?». La mesa redonda se completaba con la visión de Alfonso Martínez Cearra (Director general de Metropoli-30) e Itziar Urrutia (Directora de la división Bilbao de Sener), por su experiencia en desarrollo de proyectos internacionales que completaban el debate abierto por los anteriores.
A partir de aquí durante la jornada del jueves y el viernes en el Palacio Euskalduna se fueron sucediendo una serie de ponencias durante las mañanas y presentación de Papers por las tardes, teniendo como protagonista la ciudad y nuestro papel y el de otros agentes implicados en su desarrollo, analizando las políticas urbanas, los procesos de participación ciudadana, los modelos urbanísticos válidos en la sociedad actual, la innovación social…
Entendiendo el espacio público, junto con las infraestructuras que articulan la ciudad, como una de las claves para promover la regeneración del entorno urbano, se abría el debate sobre el papel del arquitecto en el proceso urbano con posturas extremas como las de Miguel Robles Durán que defendía que «el arquitecto no es el que construye la ciudad, la mayoría de los problemas urbanos no necesitan de un edificio«, analizando la postura de Carlos Ferrater que explicaba que en ocasiones aunque «sólo nos encargan un edificio, el edificio construye ciudad, construye un frente» y el argumento de Alfonso Martínez Cearra que defendía la figura del arquitecto en los procesos urbanos: «la arquitectura tiene un rol definitivo, hay que dibujar lo que no se ve y luego hay que construirlo» .
Por otro lado Adriaan Geuze que no cuestionaba la función de la arquitectura dentro del proceso de regeneración urbana, sin embargo comentaba que «el urbanismo es muy complejo si primero pulsas el botón de la arquitectura» y en esta línea defendía la necesidad de la infraestructura como elemento articulador y la poesía que nos da la narrativa necesaria, entendiendo como clave la necesidad de que la gente fantasee como catalizador de los procesos urbanos.
Complementando estas ideas, Umberto Napolitano, partiendo de que el edificio tiene que expresar el límite entre lo público y lo privado, establecía que no hay un único método para construir la ciudad, es el arquitecto el que tiene que establecer la línea y la escala a la que está trabajando. Carmen Espegel nos recordaba que entre lo público y lo privado existen los espacios intermedios de socialización,es importante tenerlos en cuenta y considerarlos tanto a la hora de diseñar lo público como lo privado, es donde se produce la transición y donde se consigue la compatibilidad de espacios de carácter tan diferente.
Joan Subirats determinaba que las políticas urbanas se definen como la reacción a los problemas que surgen en la ciudad y la innovación social como respuesta al déficit de las capacidades de los poderes políticos de dar respuesta a esos problemas, son prácticas que generan un valor social, y son las prácticas comunitarias la que determinarán la forma de las nuevas institucionalidades.
Es inevitable no echar un vistazo a los procesos participativos y Miguel Jaenicke Fontao nos plasmó un amplio recorrido de diversas plataformas sociales que asumían la función de dar respuesta a los problemas de la ciudad desde estrategias muy diversas. A través de plataformas de este tipo se crean los llamados microurbanismos, como ecosistemas de inteligencia colectiva que producen necesariamente una transferencias al espacio público. Va surgiendo lo que se empieza a denominar «la ciudad informal», y según palabras de Fernanda Canales «se puede aprender de la informalidad«, ahí tenemos el reto de utilizar el poder que nos otorga la arquitectura para aportar algo bueno a la ciudad según aseguraba Tatiana Bilbao, pero siempre partiendo de escuchar al lugar y las personas que lo habitan.
Para favorecer estos procesos colaborativos e implicar a los propios ciudadanos en la construcción de su espacio es necesario crear «infraestructuras de facilitación» según defendía Miguel Jaenicke Fantao, espacios no construidos en su totalidad para que sean los propios usuarios los que creen sus propios espacios adecuados a sus necesidades. Sería una manera de entender los procesos colaborativos, asignando a cada agente implicado la función que le corresponde.
Aún queda mucho que decir sobre la regeneración urbana, mucho que pensar y sobre todo mucho por hacer, pero sin duda en este congreso se establecieron unas buenas bases para continuar avanzando en este debate abierto.
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